Del lenguaje a la práctica de vida. El valor de la amistad.

RESPONSABILIDAD


La amistad ha aparecido con el desarrollo del lenguaje, en la búsqueda de explicar ese gran fenómeno de vivir.
He visto desde el portal de mi casa paterna, pasar una y otra vez la misma gente, sin saludarle, sin sonreirle, con la tensión que se pueda sentir al mostrar un nuevo producto al mercado, con la seguridad de que siendo transparente, lo observaran y sin más aceptarán mi presencia. La amistad, al igual que el canasto, va llenando los espacios que no ocupa el reloj, quien por si solo ya existe en el tiempo. Ella me hace valiente cuando debo actuar, responsable cuando estoy a cargo, leal en todos los momentos incluso si me encuentro solo, creativo si debo resolver mis necesidades frente al mundo, pero lo más importante desde lo más hondo de mi, en el recuerdo, están ellos; mis amigos.  Es con ellos con quienes quiero compartir mi verdad, mi realidad; es mi amigo, quien sabe primero el secreto del entusiasmo que me produce el estar vivo, la conciencia de que existo.

La amistad, entonces, va más allá de la simple construcción sintáctica. La amistad representa la cuenta regresiva de nuestro futuro, asegura nuestro éxito y nuestra felicidad. 

Cómo valor, para su estudio, la amistad debe colocarse en un rango superlativo, dado que en su práctica se crea la oportunidad de desarrollar los hábitos que nos convertirán en buenos ciudadanos del mundo, en beneficio incluso de la ecología, pues es sinónimo de cuidado y dedicación, es afán por conservar y gestar el bienestar del otro.

La amistad, en fin, es la extensión de nuestra genética, en comparación con desarrollo académico y cronológico; nos proporciona la seguridad necesaria para poder existir en sociedad y la confianza para continuar.  


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