Año a luz.

Hola. Cómo quisiera que nuestro secreto quedará allí. Lo mío, lo tuyo, la confianza en los sueños que anhelamos, nuestra realidad. Para que no se escape o se rasgue en manos de la inventada incertidumbre o los afanes del futuro incierto. Este edificio ecológico, antisísmico y seguro que no puede ser transgredido por la sangre del delito o el ruido de la inmoralidad. Ahora y aquí; preparado para ese momento en el que a la par de la luz en sus ventanas y el abrir sus puertas, la invisibilidad del espíritu inspire el aprendizaje e ilumine el pensamiento. Mientras la nada en potencia, afuera, sea lo único intangible e inmaterial, esparciendose en el espacio-tiempo, seguiremos seguros en lo eterno, celeste y divino quehacer, ser cotidiano de nuestro magisterio.

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