RESPONSABILIDAD


Sábado 11 de
febrero de 2012
Sábado de la
quinta semana del tiempo ordinario
Primer Libro de
los Reyes 12,26-32.13, 33-34.
Pero
Jeroboám pensó: "Tal como se presentan las cosas, el reino podría volver a
la casa de David.
Si este pueblo sube a ofrecer sacrificios a la Casa de Dios en Jerusalén,
terminarán por ponerse de parte de Roboám, rey de Judá, su señor; entonces me
matarán a mí y se volverán a Roboám, rey de Judá".
Y después de haber reflexionado, el rey fabricó dos terneros de oro y dijo al
pueblo: "¡Basta ya de subir a Jerusalén! Aquí está tu Dios, Israel, el que
te hizo subir del país de Egipto".
Luego puso un ternero en Betel y el otro en Dan.
Aquello fue una ocasión de pecado, y el pueblo iba delante de uno de ellos
hasta Dan.
Jeroboám erigió templetes en los lugares altos, e instituyó sacerdotes de entre
el común de la gente, que no eran hijos de Leví.
Además, celebró una fiesta el día quince del octavo mes, como la fiesta que se
celebraba en Judá, y subió al altar. Esto lo hizo en Betel, donde ofreció
sacrificios a los terneros que había fabricado. En Betel estableció a los
sacerdotes de los lugares altos que había erigido.
Después que sucedió esto, Jeroboám no se convirtió de su mala conducta. Volvió
a instituir como sacerdotes de los lugares altos a personas tomadas del común
de la gente; todo el que lo deseaba era investido por él y se convertía en
sacerdote de los lugares altos.
Esto fue una ocasión de pecado para la casa de Jeroboám, y provocó su destrucción
y su exterminio de la faz de la tierra.
Salmo 106(105) 6-7a.19-20.21-22.
Hemos
pecado, igual que nuestros padres;
somos culpables, hicimos el mal:
nuestros padres, cuando estaban en Egipto,
no comprendieron tus maravillas;
no recordaron la multitud de tus favores,
y en el Mar Rojo desafiaron al Altísimo.
En Horeb se fabricaron un ternero,
adoraron una estatua de metal fundido:
así cambiaron su Gloria
por la imagen de un toro que come pasto.
Olvidaron a Dios, que los había salvado
y había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam
y portentos junto al Mar Rojo.
Evangelio según San Marcos 8,1-10.
En
esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer,
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
"Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no
tienen qué comer.
Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos
han venido de lejos".
Los discípulos le preguntaron: "¿Cómo se podría conseguir pan en este
lugar desierto para darles de comer?".
Él les dijo: "¿Cuántos panes tienen ustedes?". Ellos respondieron:
"Siete".
Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los
siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para
que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud.
Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la
bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran.
Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había
sobrado.
Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió.
En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta.
Leer el comentario del Evangelio por: Catecismo de la Iglesia católica §
1391-1395

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