Los niños de Ana

(RESPONSABILIDAD)

La paz, un valor innato.

"Pondré mis leyes en su conciencia, las grabaré en su corazón" ... "Entonces nadie tendrá que instruir a su compatriota ni a su hermano" Hebreos 8.

Ahora y en la hora, bueno sería preguntarse, si los encargados del diálogo frente al conflicto armado que se vive en Colombia, están instruyéndose a sí mismos, dado que las acciones llevadas a cabo durante sesenta y siete años (67) les han marcado en sus familias y sus conciencias. Preguntar al pueblo si quiere la paz, corresponde al depredador más cruel que pregunta a su presa, si le hace falta su piel.

En medio de dos fuegos, lo cual se ve en la vida real y a diario en la provincia de nuestro país y en muchos casos en las grandes ciudades, se está acorralando a una comunidad que desea acceder a un futuro sin miedos ni desconfianza. ¿Cuando sucederá? Me aparto del "rebaño" para opinar sobre el tema, en mi calidad de hombre, de soldado, de maestro, de padre de familia y sobre todo, en calidad de "patriota" hijo quizá de la misma violencia con la que se tiene que defender el sistema, diezmado por una democracia mal aplicada y una revolución que alimenta su propio odio y olvida el verdadero norte de su propósito.

Queda mal, para un grupo de personas, colocadas por el destino en el lugar estratégico de la convivencia humana, dudar del estado consiente de las gentes. Es evidente, que el conflicto continuará apareciendo en el despertar de cada mañana, mientras se siga rifando el estado de derecho.

"El espacio de la paz está en la inocencia de un niño que se educa; lo mismo en las manos arregladas cuidadosamente de una secretaria, como en las de un hombre que cultiva"

Querer vivir en un pasado de odio y de venganza, movido por intereses egoístas, es la antítesis del presente amable que en el día a día, viven el común de las gentes.

¿Con qué autoridad, humana o divina, se quiere socavar en los corazones del pueblo colombiano?
¿Cómo pretender tomar del agua turbia en la que se ha lavado las manos  el desenfreno por el dinero y el poder?

Preguntar si se quiere la paz equivale a creer que los valores humanos pueden tomarse o dejarse al acomodo de cada uno.


Con las manos desatadas y el corazón puesto en la la verdad del presente, nuestra amada Colombia ha tenido siempre una conciencia formada gracias a la sana convivencia y el trabajo que conlleva al progreso y el bienestar.

Sigamos en la confianza de no tener un día que preguntar a nuestros hijos si quieren respetarnos o no.
Cumplir con el deber puede no parecer sencillo, más no existe mayor satisfacción que el deber cumplido.


GUILLERMO TOBÓN BORRERO. 

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