MI AMISTAD “PROPIA”
Actividad:
Realiza la lectura a continuación
y realiza en parte anterior, un breve ensayo que encasille el texto leído, con
el tema de la clase y el título "Mi amistad propia. (nota para el periodo)
En el oscuro atardecer de mi
pecado original (a mis 16 años)
adolece pensar porque me
encuentro solo en el fondo de la casa.
En la sala, como cada noche, mi
madre ora en compañía de mis hermanos y mi padre.
En mi cabeza no hay cabida para
una noche más de amigos y de calle.
Ya sin pensar, paso a paso,
penetro en la penumbra del comedor y la luz empieza a cubrir mi cuerpo.
Mientras aparezco poco a poco en
la sala, busco una silla y me siento.
No hay cabida para otro
pensamiento, ni hay miradas que se pregunten por qué estoy sentado allí
ni por qué rezo.
Aquella noche dio principio a un
sin número de noches más que aún hoy se repiten y cada día se vienen
convirtiendo en algo más que un pensamiento, que una decisión tomada, que una
acción o una responsabilidad que vengo cumpliendo.
Vi como pasaba todo esto con mis
ojos primero, escudriñando el horizonte, en el colegio, en los antros de
encuentro, en las otras ideas (las de mis amigos y maestros) para saber en
dónde estaban mis sueños.
Cuando llegué a Jesús, nada
fácil; lo recuerdo por qué cuando le recibí en mi corazón (había ido a misa y
hasta allí, con el rosario en familia, había estado pronunciando su nombre, sin
conocerlo) acabó mi visión del universo; se fue Juan Salvador Gaviota y detrás
de él también se fue mi décimo porqué lo perdí y aún no lo entiendo ¡PERDÍ DÉCIMO!
¿Pero? ¿Cómo? ¿Acaso no había recibido a Jesús? ¿No había tenido con él un
íntimo encuentro? –de eso estaba bien seguro- había pasado tres días de mi
juventud encerrado en un seminario, al lado de muchos sacerdotes y
experimentado espiritualmente la presencia del señor, conocido su proyecto y
había alcanzado ese grado de confianza que nos hace prometer y comprometer,
recapacitar y empezar de nuevo. No así, había perdido décimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario