RESPONSABILIDAD


Elementos básicos de la experiencia religiosa

Ser humano multidimensional: dualidad sustancial alma cuerpo.
Biopsicosocial trascendente.

Lo sagrado en la historia humana
A lo largo de todas las épocas se afirma que hay fuerzas trascendentes cuya imperceptibilidad no obsta a que sean sumamente poderosas: pirámides, Partenón, monumentos a los dioses para afirmar su existencia y su presencia. Kukulcan baja y fecunda la tierra en chichen.
* Orientan a los destinos humanos.
* Alteran procesos de la naturaleza
* No son del terreno ético, social
* Son del terreno del misterio

Escatología: nos indica que todos los pueblos han pensado en las fuerzas imperceptibles que dominan al mundo, la ciencia de lo que está por suceder, la ciencia que nos dice cómo será el cielo y el infierno, el libro del apocalipsis en el nuevo testamento.

Lo sagrado
Es lo inexplicable y, al mismo tiempo, lo que justifica, sin recurrir a procesos mentales lógicos, la relación de la parte con el todo, del individuo con el mundo. “explica mi relación con el mundo y mi relación con dios, las vacas son sagradas porque representan maternidad y fertilidad”

La calidad de lo sagrado tan inexplicable como poderosa, recibe diferentes nombres según los pueblos y justifica la inviolabilidad y el respeto a los santuarios, que son el lugar en que lo trascendente se ha manifestado.
“lugares, tiempos, objetos, personas, palabras, imágenes sagradas”.

Experiencia universal
¿la grandeza del universo?, ¿significados de la naturaleza?, ¿Relación con los demás?, ¿Qué es el hombre?, ¿quién soy yo?, ¿cuál es el sentido de la vida?

Divinidad
Ser supremo, misterioso, próxima/lejana= inmanente/trascendente “dios está conmigo, pero es trascendente a mi”, Creador* (monoteístas), sostiene en cuanto acontece en la vida humana, trascendente.

Experiencia religiosa

Expresión comunitaria experiencia en grupo, la autoridad
“compartir la fe, ritos, signos”
*Pedro es el primado de la iglesia católica al ser nombrado por cristo como la autoridad, su seguidor. El papa. Los que COMPARTAN la idea son parte del grupo religioso.

Expresión practica actos que son cultos, símbolos
“forma de hacer el culto”

Expresión teórica teoría, doctrina, normas…

El sentido de la vida es para muchos algo no muy importante ya que solo quieren ser felices de cualquier forma sin darse cuenta que toman un camino erróneo o un camino que va en otra dirección. Se muestra como se puede encontrar un sentido a nuestra vida y como encontrar lo que realmente nos afecta o nos apoya para engrandecer nuestra propia personalidad. No se hable más a continuación los aspectos que debes encontrar en tu vida para encontrarle sentido y no desorientarte.







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EL SENTIDO DE LA VIDA

El sentido de la vida difiere de un hombre a otro, de un día a otro y de una hora a otra, lo que importa es el sentido concreto de la visa de un individuo en un momento determinado.

No deberíamos perseguir un sentido abstracto de la vida, pues a cada uno le reserva una precisa misión, un cometido a cumplir; su tarea es única como única es la oportunidad de consumarla.

Si consideramos que cualquier situación plantea y reclama del hombre un reto o una respuesta a la que sólo él está en condiciones de responder. La vida pregunta por el hombre, cuestiona al hombre, y éste contesta de una única manera: respondiendo de su propia vida y con su propia vida.

La logoterapia considera que es la capacidad del ser humano para responder responsable a las demandas que la vida le plantea en cada situación particular.
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LA ESENCIA DE LA EXISTENCIA

El imperativo categórico de la logoterapia: “Obra así, como si vivieras por segunda vez lo hubieras hecho tan desacertadamente como estás a punto de hacerlo ahora”, en primer lugar, que el presente ya es pasado y, en segundo lugar, que ese pasado es factible de modificarse y enmendarse. La fuerza a elegir por qué, de qué o ante quién se siente responsable; decidir si debe interpretar su existencia como una responsabilidad ante la sociedad o ante su propia conciencia.
La logoterapia no es una labor docente ni misionera. Se encuentra tan lejana del razonamiento lógico como la exhortación moral, la verdad se impone por sí misma. La misma argumentación permite afinar que la autentica meta de la existencia humana no se cifra en la denominada autorrealización. La autorrealización por sí misma no puede situarse como meta. “La visión del mundo se convierte en menosprecio del mundo”. “auto trascendencia de la existencia”1.
Cuanto más se afana el hombre por conseguir la autorrealización mas se le escapa de las manos, la autorrealización no se logra a la manera de un fin, más bien como el fruto legitimo de la propia trascendencia.

Podemos descubrir o realizar el sentido de la vida según tres partes:
* REALIZANDO UNA ACCIÓN
* ACOGIENDO LAS DONACIONES DE LA EXISTENCIA
* POR EL SUFRIMIENTO

1 “Ser hombre significa trascender a sí mismo. La esencia de la existencia humana yace en su auto trascendencia. Ser hombre significa desde siempre estar preparado y ordenado hacia algo o alguien, entregarse a una obra a la que el hombre se dedica, a un set que ama o a Dios, a quien sirve (La voluntad del sentido). (N. del E.)”

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EL SENTIDO DEL AMOR

El amor es el único camino para arribar a lo más profundo de la personalidad e un hombre, se es capaz de contemplar los rasgos y trazos esenciales de la persona amada.
Mediante el amor, la persona que ama posibilita al amado la actualización de sus potencialidades ocultas.
El que ama ve más allá y le urge al otro a consumar sus inadvertidas capacidades personales.
Es un fenómeno tan primario como el sexo, el sexo se considera un medio para expresar la experiencia de esa fusión absoluta y definitiva que es el amor.

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EL SENTIDO DEL SUFRIMIENTO

Cuando uno se enfrenta con su destino indudable, inapelable e irrevocable; entonces la vida le ofrece aceptar el sufrimiento. El valor no reside en sí, sino en la actitud frente al sufrimiento, en nuestra actitud para soportar ese sufrimiento. El sufrimiento deja de ser sufrimiento, en cierto modo, en cuanto encuentra un sentido, como suele ser el sacrificio. El sentido es posible sin el sufrimiento o a pesar del sufrimiento. Para que el sufrimiento confiera un sentido ha de ser un sufrimiento inevitable, absolutamente necesario.
La psicoterapia tradicional tiende a restaurar en la persona la capacidad para el trabajo y para disfrutar la vida. La logoterapia avanza un paso más al pretender que el paciente recupere su capacidad de sufrir, si fuera necesario, y por ello encontrarle un sentido al sufrimiento.
Edith Weisskofp-Joelson, profesora de psicología de la universidad de Georgia dice: “nuestra actual filosofía de la higiene mental enfatiza la idea de que las personas deberían ser felices, por ello la infelicidad inevitable, del incremento del sentido de desdicha por el hecho de no ser plenamente feliz”2. Pretende que la logoterapia “logre contribuir a contrarrestar algunas trascendencias sin deseables en la cultura estadounidense actual, donde el paciente incurable se le conceden pocas oportunidades para sentirse orgulloso de su sufrimiento y de considerar que lo ennoblece en vez de degradarle”, de tal modo que “no sólo se siente infeliz, sino además se avergüenza de serlo”3.
El sentido de la vida es de carácter incondicional, pues incluye también hasta el sentido potencial de un sentimiento ineludible.
Definitivamente el sobrevivir perdía su sentido, porque la vida cuyo sentido ultimo depende al azar o de la casualidad para mantenerse vivo seguramente no merece la pena ser vivida.
2 “Some Comments on Vienese School of Psychiatry”, The Journal of Abnormal and Socail Pshycology, (1995), pp. 107-703.
3 “Logoteherapy and Existencial Analysis” Acta psychoterap, 6 (1958), pp. 193-204.

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CONCLUSION

El sentido de la vida no es algo abstracto que se pueda responder de manera científica, ya que son tres factores los que influyen que se busque ésta, apoyado por la logoterapia el sentido de la vida se logra viviendo los factores de realizar una acción, también el amor y por su puesto el sufrimiento.

Desgraciadamente para lograrlo tenemos que sufrir o pasar por un momento desagradable que sea forzoso pero al lograr pasar este pequeño obstáculo podremos decir lo bien que nos fue, así como narrar la experiencia vivida.

Querer es poder, si realmente queremos encontrarle un sentido a nuestra vida necesitamos encontrar cada aspecto y sobrepasarlo, así no tendremos porque preocuparnos de una desorientación emocional.

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GLOSARIO

LOGOTERAPIA: Es una modalidad de psicoterapia que propone que la voluntad de sentido es una motivación primaria del ser humano, una dimensión psicológica inexplorada por paradigmas psicoterapéuticos anteriores, y que la atención clínica a ella es esencial para la recuperación integral del paciente.
PSIQUE: f. Alma humana.
CONMOCIÓN: f. Movimiento o perturbación violenta del ánimo o del cuerpo.
EPIFENÓMENO: m. Psicol. Fenómeno accesorio que acompaña al fenómeno principal y que no tiene influencia sobre él.
PATOLÓGICA: Que se convierte en enfermedad.
AXIOMA: m. Proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración.









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BIBLIOGRAFIA

http://es.wikipedia.org/wiki/Logoterapia

http://www.rae.es/rae.html

 

LA RELIGIÓN Y EL SENTIDO DE LA VIDA

 

LA RELIGION Y EL SENTIDO DE LA VIDA.

“El secreto de la existencia no consiste solamente en vivir, sino en saber para qué se vive.” (Dostoievski)

“A excepción del hombre, ningún ser se maravilla de su propia existencia.”
(Arthur Schopenhauer)

“No os espante la muerte; o extermina o transforma vuestra existencia.” (Séneca)

“Estoy satisfecho con el misterio de la eternidad de la vida y con el conocimiento, el sentido, de la maravillosa estructura de la existencia. Con el humilde intento de comprender aunque más no sea una porción diminuta de la Razón que se manifiesta en la naturaleza.”
(Albert Einstein)

Es evidente que la pregunta acerca de cuál es el sentido de la vida es una constante a lo largo de toda la historia del hombre. Sin embargo, en 40.000 años de existencia humana no hemos obtenido sino especulaciones, hipótesis, reflexiones…, quizás sea porque ni siquiera podemos comprender realmente qué es la vida; la vida no se puede entender, sino que la vida se hace inteligible solamente desde sí misma.

Asimismo, la palabra sentido puede entenderse de distintos modos: como fundamento (¿qué fundamenta mi vida?, ¿por qué vivimos?); como finalidad (¿hacia dónde nos dirigimos?, ¿para qué vivimos?); o como valor (¿realmente merece la pena vivir?).
En definitiva, plantearse el sentido es preguntarse de qué sirve vivir una vida humana siendo consciente de ello y afrontando el problema crucial de la temporalidad y la muerte.
Las posibles respuestas que se han dado se pueden agrupar en distintas posturas: en un extremo están los nihilistas, que niegan que la vida tenga sentido. Da igual lo que hagas porque siempre termina de la misma manera: con la muerte; las concepciones vitalistas exaltan el hecho mismo de vivir y la expansión de la vitalidad; las visiones inmanentistas entienden que la vida tiene sentido, y que consiste en la realización del individuo; y por último, las posturas transcendentes son aquellas que entienden que la realización plena del ser humano excede los límites de la historia. La verdad y la virtud del hombre sobrepasan el horizonte de la historia humana, habiendo por tanto una esfera superior a ésta. Éstas son las concepciones antropológicas de las religiones, que fueron la primera respuesta del hombre al problema del sentido de la vida.

La religión no es resultado de una convención entre hombres, sino que es algo inherente a la naturaleza humana: el hombre es un animal religioso. Pero el comportamiento religioso del hombre, entendido en su base antropológica, va mucho más allá del marco de las religiones que profesa. Yo creo que siempre hay momentos en los que todas las personas, cristianos o budistas, creyentes o ateos, necesitamos un dios, algo en lo que refugiarnos, algo donde buscar respuestas, consejos, redenciones. La figura de un dios, de un ser superior, de un espíritu absoluto, surge con el hombre, con la mente humana. La religión es posible, y necesaria, debido a la capacidad exclusiva del hombre de cuestionarse las cosas, de preguntarse un por qué, un para qué.
Pero, a mi parecer, ha de haber algo anterior a esas preguntas que las motive, algo que nos encienda la curiosidad. Y ese algo consiste en que sentimos una profunda admiración por el mundo, por la vida. Una vehemencia aun por cualquier pormenor, que nos lleva a la exclamación de cómo se ha llegado hasta aquí, de cómo puede ser esto que experimento ahora mismo. Nos maravilla nuestra propia existencia.
Y esa fascinación que nos causa el hecho mismo de ser, de existir, de vivir, de sentir, está arraigada profundamente en nosotros, con una presencia latente en todo momento. Incluso cualquier trivialidad que hacemos o pensamos nos hace caer en la cuenta de lo extremadamente compleja y abstrusa que es la existencia.
Sin embargo, la respuesta a esas preguntas no tiene cabida en nuestra mente. Supera la realidad humana en todas sus dimensiones. Esas preguntas son producto de la mente humana, pero, paradójicamente, su respuesta nos resulta inconcebible, incluso para lo que yo considero los aspectos más fascinantes de la mente: la imaginación y las creencias.

Como he dicho antes, en la cuestión del sentido de la vida son fundamentales la temporalidad y la muerte. Si nos remontamos en el tiempo, si nos ponemos a pensar en cómo se creó el mundo, siempre tendemos a establecer (por nuestra propia naturaleza) un principio. Pero lo cierto es que no podemos.
Si miramos hacia delante ocurre lo mismo. Cuando pensamos en qué hay después de la muerte, nos damos cuenta de que la vida, en sí misma, no acabará nunca, se perpetuará eternamente.
Por tanto nos hallamos ante algo que no tiene principio ni fin. Y debido a nuestra naturaleza perecedera, no podemos ni siquiera imaginar la idea de infinitud, de eternidad. Nos evoca una sensación terrible de incertidumbre. Es como un laberinto del pensamiento donde nunca alcanzas el final, es un abismo al que caes y nunca más podrás salir.
Es por esta impotencia aprehender lo infinito por lo que establecemos un principio y, especialmente, un final, algo después de la muerte que fundamente nuestra vida, que nos permita redimir el abismo de la eternidad, a la vez que nos exonera del carácter inextricable e intrincado de la existencia.
Con esto, establecemos un Ser en sí, una causa incausada, el fundamento de lo real: Dios.
Por lo tanto la religión tiene el objeto de determinar la relación entre el hombre y el universo. Los nombres con que el ser humano ha tratado de aprehender esta realidad inasible son innumerables, desde Maná hasta el Brahmán o el Padre. Siempre, el ser humano ha intentado expresar con ellos la idea de una potencia trascendente al mundo que es capaz de mantener con los seres humanos y con su mundo una relación activa.
La religión, por tanto, responde a las disposiciones y necesidades naturales del hombre que le llevan a sentirse unido a lo “otro” o a los otros: es la vivencia de la re-ligación (religión, del latín religatio, sustantivación de religare = “religar, vincular, atar unir”).

Sin embargo, todo lo dicho hasta ahora sobre la religión se podría aplicar igualmente a la filosofía, concretamente a la Metafísica. La diferencia es que en la religión el dios es un dios personal del que uno tiene experiencia individual, experiencia que remite al misterio.
En Lo Santo, Rudolph OTTO entiende que la Metafísica y la Religión tienen el objeto común de determinar la relación del hombre con el Universo, pero considera que esta relación sólo puede ser captada por la experiencia, por el sentimiento de dependencia del Universo y de Dios, que es la esencia de la religión. OTTO afirma que el hombre religioso tiene la experiencia de lo numinoso (del latín numen = “majestad divina”):
Lo numinoso, el objeto religioso, no es definible ni comprensible; es algo transcendente, colocado siempre más allá de toda forma posible de ser mundano; es algo santo, que provoca respeto y consideración (así, religio puede ser interpretado en el sentido de observantia, de “actuar con atención y con cuidado”); tiene carácter de fascinante y a la vez de tremendo, que conmueve a las personas, atrayéndolas y repeliéndolas respectivamente, concerniendo siempre directa e íntimamente al ser humano y al sentido de su existencia; es Sagrado: Sacrum designa lo separado, lo apartado de lo común, escapando a toda norma.
Se entiende pues, por religión, la relación en cuya virtud la persona se abre inapelablemente a lo misterioso, sagrado e incondicionado. Y lo numinoso, es, en definitiva, un misterio, que es el núcleo común de todas las religiones; y en base a ese misterio muchos autores consideran que el origen de la religión está en ese terror o miedo que los seres humanos experimentan ante lo inexplicable e indomeñable.
Por tanto, en lo que tiene de inaprehensible, el misterio tan sólo puede ser captado a través de sus propias manifestaciones y expresiones, esto es, a través de los símbolos y mitos mediante los cuales se autorrevela: el símbolo es un signo que tiene un sentido oculto tras su significado inmediato y manifiesto. Otra definición muy acertada es la propuesta por el discípulo de Freud, Carl Jung, como “la mejor formulación posible de una cosa relativamente desconocida”. El mito es una narración simbólica que cuenta el relato de un acontecimiento ocurrido en un tiempo primordial “distinto” del nuestro y que justifica el nuestro. A través de los símbolos y las narraciones los creyentes se identifican con su religión y les remiten a un significado distinto para cada persona. No se puede sustituir el símbolo por una interpretación; sería un intolerable empobrecimiento.

Pero además del papel de ubicar al hombre en el mundo y darle un sentido con lo numinoso, las religiones tienen también una dimensión cultural, como manifestación de la peculiar forma de relacionarse con lo sagrado. Así surgen dogmas y tabúes o prohibiciones relacionadas con los límites entre lo sagrado y lo profano, y también los ritos religiosos, que cumplen la función de relacionar esos dos ámbitos: los tradicionales ritos de paso marcan además el tránsito a un nuevo estado en el que la persona podrá realizar nuevas acciones (matrimonio, primera comunión…). Estos ritos son, para mí, muy importantes para la identidad propia de las personas, especialmente para la juventud, y actualmente, sobre todo en la sociedad occidental, se están perdiendo.
Así, de todos estos dogmas, tabúes y normas surge la moral religiosa, que marca las actitudes que se deben tomar ante la vida, la manera de comportarse de los creyentes de una determinada religión. Es por tanto, una moral heterónoma. Y esto, en mi opinión, es un problema, porque muchas personas que profesan una religión (otras analizan las normas y las aceptan) no son críticas con las normas que les son impuestas, sino que hacen esto o lo otro “porque lo dice La Biblia o El Corán”, “porque es tradición”, o, “porque es pecado”.

Con esto se puede ver que la religión aborda múltiples dimensiones del hombre.
En la dimensión antropológica el misterio puede ser concebido como Dios o como lo divino, como Padre Providente o como Destino Fatuo, simbolizando el misterio, convocándolo y dejándose convocar por él, el creyente define el significado de su puesto en el cosmos y da sentido a su propia existencia. La religión tiende a concretar ese sentido en la figura de un dios personal, creador y providente; a convertir ese fundamento personal en alguien en quien se confía como garante último de la inmortalidad personal.
Además actúa también en la dimensión moral y ética marcando las directrices a seguir, estableciendo un sistema de valores y costumbres religiosas.
Por último, resuelve el problema del origen del mundo y de la vida, y también el de la muerte. Esto supone un grave problema si se cae en el error de consolarse en esta vida pensando en la recompensa de ultratumba.

Por tanto queda claro que la religión es muy útil para el hombre, en tanto que le proporciona un apoyo psicológico existencial necesario. Pero también es un hecho que la gente ya no tiene esa “fe inocente” que tenía en siglos anteriores. Sea por el avance de la ciencia, por el desarrollo intelectual de las personas o por el creciente número de sectas y falsas religiones, lo cierto es que la fe está desapareciendo, y la religión permanece como una costumbre, una cultura o el marco de la vida doméstica.

Como conclusión final, creo, personalmente, que ni la ciencia, ni la filosofía, ni la religión podrán aportarnos jamás una respuesta acerca del sentido de la vida, ni tampoco eximirnos de su pregunta.
Quizás, el sentido de la vida, sea, precisamente, la búsqueda del mismo.

JUAN JIMÉNEZ CAUHÉ 2º C
25.04.2010

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